La verdadera paz que otorga el Señor
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Noviembre 12, 2017 |
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 Pastor Principal, Dr. Jaerock Lee
«La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» (Juan 14:27).
Hoy un sinnúmero de personas están viviendo en las preocupaciones y el temor porque hay guerras y desastres en muchos lugares. Tienen miedo de que algunos problemas como las enfermedades o la muerte vengan a ellos o a sus familiares y amigos, e intentan prepararse para futuros accidentes. En medio de este tiempo, ¿cómo podemos disfrutar de paz verdadera? Analicemos esto a continuación.
1. La paz no es lo que el mundo ofrece, sino lo que Dios nos da.
Un diccionario define la «paz» como «no sufrir disturbios y estar en calma; ambiente tranquilo». Muchas personas quieren la paz, pero no es fácil obtenerla. Intentan hacerse ricos o aumentar la fama y la autoridad como la manera para obtener la paz. Pero acaban dándose cuenta de que, ser inmune a los desastres, pruebas o enfermedades, está más allá de la capacidad humana. Aunque ahora pueden estar en paz sin preocupaciones con respecto a la ropa, los alimentos y la vivienda, tienen temor del futuro sin saber qué va a suceder. Simplemente viven con preocupación y ansiedad.
La verdadera paz viene de lo alto; usted la puede obtener solo cuando Dios se la da. No se la recibe simplemente porque se la quiere, y el mundo no la puede dar. Tener fama, autoridad o vastas riquezas no otorga paz. Pero los creyentes que habitan en Dios pueden quedarse tranquilos, con paz y felicidad como un bebé en brazos de su madre, sin importar lo difícil que se torne su vida.
El Dios de amor envió a Jesús nuestro Salvador a la Tierra para así dar paz a todos Sus hijos. Por lo tanto, todos pueden tener la paz que Dios les da cuando creen en el Señor y se apartan del pecado y la iniquidad. El Señor completó la providencia de la salvación por el amor a la cruz, y las personas que son salvas por la fe pueden tener paz y dar gracias en la medida en la que buscan las cosas eternas.
2. Busque las cosas eternas, es decir, busque la verdad y la paz vendrá sobre usted desde lo alto.
En Salmos 119:165 leemos: «Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo».
Si usted ama la ley del Señor, que es la verdad, podrá tener la felicidad, la alegría y la paz que nada en el mundo le puede quitar. Si se enfrenta a un problema, puede dar gracias, alegrarse y orar, y entonces el problema será solucionado y la bendición vendrá sobre usted. Como Dios será quien resuelva su problema, confiará en la protección de Él sobre usted y no tendrá miedo de ningún desastre, como leemos en Proverbios 1:33: «Mas el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal».
Sin embargo, si tiene odio, discusiones, celos, arrogancia, mal carácter, orgullo, codicia por el dinero y la fama, aunque diga que cree en el Señor y vaya a la iglesia con fervor, no podrá evitar sentirse atribulado en su corazón. Cuando alguien dice palabras desdeñosas contra usted, puede lastimar su orgullo, puede sentirse enojado o el odio puede ser agitado. Cuando ve que su compañero de trabajo disfruta de algo que usted no tiene, puede sentirse incómodo debido a la envidia. En otras palabras, en la medida en que tiene más falsedad en su corazón, no puede tener paz. Solo cuando se despoje de los elementos de la carne con sinceridad y llene su corazón con la verdad, la paz comenzará a llegar a su vida.
Cuando no tenga celos ni envidia, su corazón estará en paz como tranquilas aguas. No se sentirá desalentado ni perturbado. Aunque usted sea pobre, podrá alegrarse y estar feliz por toda gran bendición recibida por su prójimo. Si usted no tiene orgullo ni ira, no se sentirá incómodo cuando alguien dice algo que lastima sus sentimiento o que lo señala a usted. Aunque alguien lo critique sin razón, usted podrá examinarse a sí mismo y podrá sonreír a esa persona.
Aunque no pueda ser perfectamente santificado, si se despoja de los rasgos de falsedad, uno por uno, con sinceridad, entonces Dios le dará alegría, la esperanza por el cielo llenará su corazón y su mirada se iluminará con la luz espiritual. A medida que usted se despoje de sus pecados y la maldad en lo profundo de su corazón y lo reemplace con la verdad, podrá disfrutar de un verdadero consuelo y de paz.
Sencillamente, cuando buscamos la verdad eterna y el beneficio de los demás en todo, Dios llenará nuestros corazones de alegría y paz celestial.
3. Confíe en el amor de Dios y nunca perderá la paz.
Uno con verdadera fe no se deleita en las cosas del mundo. No intentará satisfacer sus ojos, oídos y boca. Puede luchar seriamente contra el pecado y se esfuerza para despojarse de él. Es porque quiere agradar a Dios al ser Su verdadero hijo, porque ama a Dios de verdad. En la medida en que amamos a Dios y espiritualmente nos adornamos ante Él, Dios nos da definitivamente más consuelo y paz, tanto en lo espiritual como en lo natural. Dios nos protege de todo tipo de desastres en el espacio del Señor. Él nos bendecirá en una buena medida que es «apretada, remecida y rebosante».
La vida cristiana no es siempre un camino fácil delante de usted. A veces Dios permite las pruebas en su vida de modo que usted pueda convertirse en una persona más hermosa. Usted puede sentirse atrapado en una crisis sin salida, o puede ser perseguido más de lo que resiste, o rodeado de enemigos. La situación parece empeorar mientras se esfuerza al máximo por asistir a cada servicio de adoración y orar fervientemente. Incluso en esa situación, si tiene fe para depender de Dios, nunca perderá la paz.
Usted no sentirá miedo, ni se cansará ni se desalentará. Podrá superar la difícil realidad con fe y se alegrará y dará gracias con sinceridad. A diferencia de la gente del mundo, usted cree que habrá un fin a las dificultades y que se convertirán en una bendición. Todo esto porque cree en el amor de Dios.
Romanos 8:32 dice también: «El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?». En Job 23:10 leemos: «Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro».
Si tiene la certeza del amor de Dios que ama tanto hasta dar a Su Hijo unigénito y que quiere responder a cada oración suya, llegará a estar seguro de Su presencia con usted. Usted puede sentirse cansado por un instante durante la prueba o derramar lágrimas de dolor cuando ve algo que rompe su corazón, pero la paz profunda en su corazón nunca lo abandonará. Cuanto más grande sea la prueba, mayor es el agradecimiento y la alegría que usted puede sentir en fe.
Querido hermano en Cristo: anhelo que usted pueda sentir el amor de Dios quien le da la verdadera paz, la felicidad y la esperanza por el cielo, incluso en medio de las pruebas. Yo ruego en el nombre de nuestro Señor que, facultado por Su amor, usted llegue a ser santificado, que reciba las respuestas a lo que pide en oración y que glorifique a Dios.
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