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Grande es este misterio

Noticias Manmin   No. 231
3339
Febrero 26, 2017


Pastor Principal Dr. Jaerock Lee



«Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia» (Efesios 5:31-32).



Los versículos mencionados anteriormente hacen referencia a la relación de los cristianos y el Señor, su novio. Cuán grande y maravilloso misterio es este, que dejaremos el mundo atrás y nos volveremos uno con Jesucristo, así como un hombre y una mujer dejan a sus padres y forman una sola carne. Entonces, ¿cómo podemos ser realmente uno con el Señor?


1. Al recibir el Espíritu Santo cuando aceptamos a Jesucristo

Los que aceptan a Jesucristo llegan a ser hijos de Dios. Al ser uno con Jesucristo, por la fe, reciben el Espíritu Santo. En Juan 3:6, se nos recuerda: «Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es». Cuando el Espíritu Santo entra en nuestro corazón, nuestro espíritu muerto previamente se reaviva, da nacimiento al espíritu en nosotros y seguimos al Señor. Podemos entonces convertirnos en hijos de Dios, quien es espíritu y llamarlo «Padre» (Romanos 8:15; Gálatas 4:6).

En primer lugar, el corazón del hombre se puede dividir en un corazón veraz y un corazón mentiroso; llamaremos al primero «un corazón blanco» y al último «un corazón negro». Dios soplo en la nariz del primer hombre Su aliento de vida, y el hombre llegó a ser un ser viviente. Dios le enseñó solo la verdad y la plantó en su corazón. Luego de un tiempo, Adán pecó por medio de su desobediencia debido a que no guardó la Palabra de Dios quien le había dicho que no comiera del árbol de la ciencia del bien y el mal. Su comunicación con Dios fue cortada y la falsedad y el pecado entró en él.

En seguida se formó otro tipo de corazón (la conciencia). La conciencia se crea cuando la naturaleza que se hereda de los padres se mezcla con una amplia variedad de información adquirida a través de lo que se ve y se escucha. El individuo crea y posee sus propias normas de valores y juicios que están mezclados tanto con las verdades como con las mentiras, y esta es la conciencia. Entre los tres tipos de corazón examinados (el corazón veraz, el corazón mentiroso y la conciencia), el corazón veraz que Dios había plantado en el hombre casi se ha extinguido y la conciencia de la persona está creciendo cada vez con mayor maldad en nuestro propio tiempo.


2. El Espíritu Santo permite que la semilla de la vida brote y reviva el espíritu muerto

Cuando Dios sopló Su aliento de vida en la nariz del primer hombre, este llegó a ser un ser viviente. Sin embargo, cuando él se convirtió en un pecador por medio de su desobediencia, casi todo el aliento salió y solo quedó su huella; esa huella es la semilla de la vida. La semilla de la vida puede seguir operando mientras el hombre se comunique con Dios y reciba la verdad a través de Dios. A causa del pecado de Adán, sin embargo, la comunicación de la humanidad con Dios fue interrumpida y las falsedades ingresaron gradualmente al corazón de los hombres cubriendo la semilla de la vida, la cual quedó inactiva, el alcance de su actividad se redujo cada vez más, y fue como si hubiera muerto.

El estado de la comunicación con Dios (quien es espíritu) quedó interrumpido y la semilla de la vida se extinguió y quedó inactiva ya que está cubierta con falsedad; nos referimos a ella como «la muerte del espíritu del ser humano». Esto no significa que el espíritu está completamente muerto, sino que dejó de operar y espera volver a la vida. Es similar a una planta; aunque parezca estar muerta puede brotar y eventualmente crecer mientras exista vida dentro de ella.

¿En qué momento revive el espíritu del hombre? Cuando a un individuo se le predica el evangelio, la luz de Dios y la luz de la verdad brillarán en su corazón. En ese momento, la veracidad y el buen corazón que aún permanecen en él aceptan la luz y reciben a Jesucristo como su Salvador. Entonces Dios envía a su corazón el Espíritu Santo que permite que la semilla de la vida brote en el corazón de la persona y se active.

La comunicación con Dios se reactiva y se le suministra de nuevo el conocimiento de la verdad. Su corazón, que ha estado lleno de falsedades como el odio y la arrogancia, se llena de verdades como el amor.


3. El Espíritu Santo da vida al espíritu en nosotros

El elemento más esencial para tener el Espíritu Santo que da nacimiento al espíritu en nosotros es la oración. A medida que oramos de manera ferviente, recibiremos la gracia y la fortaleza de lo alto para descartar las falsedades. No importa cuán fervientemente podamos orar, nuestra oración será en vano a menos que destruyamos nuestros propios pensamientos y criterios.

El Espíritu Santo gobernará el corazón veraz y nos hará vivir en la búsqueda de los deseos del Espíritu Santo. Satanás, al obrar por medio de nuestros pensamientos podrá gobernar nuestro corazón mentiroso. Cuando hay mucha falsedad, Satanás influencia en nuestros pensamientos, y esto nos hará vivir de acuerdo con los deseos de la carne y nos colocará en el camino de la destrucción.

Sin importar cuánta verdad la persona pueda escuchar y cuán ferviente sea su oración, si no descarta los pensamientos carnales y las especulaciones, no será capaz de vivir por los deseos de la gracia del Espíritu Santo (2 Corintios 10:5). Su corazón se sentirá vacío y estará en conflicto, y no podrá tener experiencias claras y evidentes de las obras de Dios.

Incluso si ha desechado el corazón mentiroso desde su interior, no será el final de sus pruebas; tendrá que trabajar para descubrir y eliminar la maldad (los rasgos pecaminosos ocultos profundamente en su naturaleza) en su conciencia. La conciencia (que tratamos anteriormente) forma ahora la naturaleza de la persona y este es el corazón de las grandes profundidades de las cuales la persona no es consciente. Las falsedades en la naturaleza de una persona no están de acuerdo con la justicia de Dios, pero parece correcto y adecuado a su parecer, y por esta razón no es fácil descubrirlas y rechazarlas por su propia cuenta.

Al permitirle a cada persona descubrir las falsedades en su naturaleza a través de las pruebas, Dios la moldea para ser vaso sagrado. Cuando se descubre a sí mismo a través de Su Palabra en la inspiración del Espíritu Santo, usted será capaz de desechar las falsedades de su naturaleza más rápidamente.

Si usted piensa que la Palabra de Dios solo se aplica a los demás y fracasa en descubrirse a sí mismo con la palabra, el crecimiento de su fe será lento. Sin embargo, si descubre las falsedades en su naturaleza y se despoja de ellas, usted será transformado en un hombre de espíritu que ha llegado a ser santificado.


4. Cuando llega a ser uno con el Señor

Cuando el Espíritu Santo da nacimiento al Espíritu en nosotros y desechamos todas las falsedades que están en conflicto con la verdad, destruyendo así nuestra propia justicia y alcanzando el corazón veraz, seremos uno con el Señor.

Desde 1 Juan 2:12 en adelante se comparan los niveles de madurez de la fe, el proceso por el cual un individuo se convierte en uno con el Señor para el crecimiento del ser humano. El nivel de fe en el que la persona ha decidido aceptar a Jesucristo, recibir el Espíritu Santo y obtener la salvación es conocido como «la fe de los niños pequeños». El nivel de fe en el que uno se esfuerza por caminar en la verdad es conocido como «la fe de los niños», mientras que el nivel de fe en el que se vive por la Palabra de Dios es conocido como «la fe de los hombres jóvenes». Cuando la fe crece aún más y alcanza la plenitud de la fe, será «la fe de los padres».

Cuando entramos en el nivel de la fe de los padres y somos uno plenamente con el Señor, recibiremos todo lo que pedimos en oración como «si nuestro corazón no nos reprende» y así tendremos «confianza ante Dios» (1 Juan 3:21-22).

Amados hermanos en Cristo: ruego en el nombre de nuestro Señor que diligentemente tengan el Espíritu Santo que da nacimiento al espíritu en sus vidas y que puedan ser uno con el Señor, de modo que puedan llevar una vida bendecida en este mundo, así como en la Nueva Jerusalén, la más gloriosa morada en todo el cielo.


 

 

 
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