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La gente sin salvación a pesar de su confesión de fe en Dios (2)

Noticias Manmin   No. 233
3515
Marcha 26, 2017


Pastor Principal Dr. Jaerock Lee



«No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos…» (Mateo 7:21). «Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida» (1 Juan 5:16).



Cuando las personas aceptaron al Señor, establecieron la meta final de recibir la verdadera salvación y entrar en el Cielo. Si dicen: «¡Señor, Señor!», pero no logran entrar al cielo, ¡esto será muy triste! Echemos un vistazo a algunos de los casos en los que, a pesar de sus confesiones de fe, la gente no podrá recibir la salvación y no entrará en el Cielo.


Caso 1: Blasfemar, interferir y hablar en contra del Espíritu Santo

«Blasfemar contra», «interferir con» y « hablar en contra del» Espíritu Santo, se refiere a las palabras pronunciadas y las acciones realizadas en oposición a las obras de Dios (Mateo 12:31-32, Marcos 3:20-30, Lucas 12:10). A diferencia de la persecución de la iglesia por los incrédulos que no conocen a Dios, estas palabras y actos provienen de personas que profesan su fe en Dios y conocen la verdad. No hay salvación para tales individuos, ya que conscientemente se oponen a las obras de Dios y siguen la maldad en su vida.

Después de haber presenciado la sanidad de las enfermedades y las dolencias, y demonios siendo expulsados por el poder de Dios, si un individuo todavía blasfema, interfiere y habla en contra del Espíritu Santo al etiquetar tales manifestaciones como «obras de Satanás», ¿cómo podría ser considerado un hijo de Dios? Al ser testigo de una obra de Dios que no puede ser imitada por la capacidad del hombre, un buen creyente de Dios no podría hacer otra cosa que ofrecer gratitud y glorificar a Dios.

En su lugar, los malvados se apresuran a negar las obras del Espíritu Santo y se oponen a Dios. Los espíritus malignos no poseen el poder de sanar a las personas de sus enfermedades o dolencias. ¡No hay forma de permitir que la gente glorifique a Dios expulsando los malos espíritus y sanando a los enfermos! La guía dada acerca de la blasfemia también se aplica a interferir con el ministerio de los siervos de Dios que manifiestan Su poder. Tal interferencia es lo mismo que oponerse directamente a Dios porque solo sirven para negar a un hombre de Dios, así como a las obras del Espíritu Santo manifestadas a través de ellos.

Durante el Éxodo, cuando los israelitas no tenían nada que comer, pusieron toda la culpa en Moisés y Aarón y se quejaron contra ellos. Moisés les dijo: «… porque Jehová ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra él; porque nosotros, ¿qué somos? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová» (Éxodo 16:8). En los primeros cinco versículos de Hechos 5 está la historia de Ananías y su esposa Safira. Se habían comprometido a vender una parte de sus bienes y dar las ganancias a Dios. Sin embargo, debido a su codicia se hicieron quedar parte de las ganancias para ellos y trajeron solamente una porción de las ganancias a Pedro. Ellos fingieron que estaban dando todo lo que habían ganado. Puesto que la pareja no engañó a Pedro, sino al Espíritu Santo y mintió a Dios mismo, enfrentaron la muerte sin siquiera tener la oportunidad de arrepentirse (Hechos 5:1-11).


Caso 2: Exponer al Hijo de Dios a vituperio al crucificarlo nuevamente

En Hebreos 6:4-6 encontramos: «Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio». Estos versículos se refieren a personas que, a pesar de haber recibido el Espíritu Santo, experimentaron la gracia de Dios, aprendieron la existencia del cielo y del infierno, y oyeron y creyeron en la Palabra de la verdad, sin embargo, fueron tentados, abandonaron a Dios, regresaron al mundo y trabajan abiertamente para impedir que la gloria de Dios sea revelada.

Sin embargo, Satanás trabajará aún más ferozmente contra todos aquellos que regresan al mundo, incluso después de haber experimentado la gracia de Dios en medio de la obra del Espíritu Santo, ya que la oscuridad en ellos será aún mayor. Cometerán mayor maldad que los no creyentes, niegan la gracia que recibieron una vez e incluso encabezarán la persecución de la iglesia y de los creyentes. Las personas que ponen a nuestro Señor a vituperio no podrán recibir el espíritu de arrepentimiento, por lo que finalmente llegarán a la muerte.

Piense en Judas Iscariote, quien en algún momento había sido uno de los discípulos de Jesús. Fue testigo de primera mano del ministerio de Jesús, pero, buscando sus propios intereses, terminó traicionando al Maestro por 30 piezas de plata. Aparentemente, incapaz de superar su remordimiento y pesar, Judas se suicidó sin tener la oportunidad de arrepentirse de lo que había hecho.


Caso 3: Pecar voluntariamente después de recibir el conocimiento de la verdad

Hebreos 10:26-27 expresa: «Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios». Este pasaje apunta específicamente a las personas que conocen y creen en la verdad, pero continúan cometiendo los mismos pecados contra los cuales Dios nos ha advertido.

Tal como 2 Pedro 2:21-22 nos recuerda: «Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: «El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno» las personas que pecan voluntariamente son conscientes de que han pecado. Se arrepienten de lo que han hecho, pero luego regresan a un modelo pecaminoso de vida.

Hubo un tiempo en que el rey David fue tentado y cometió un horrible pecado de asesinato. Sin embargo, cuando un profeta hizo que se diera cuenta de lo que había hecho, el rey se arrepintió rápidamente y se apartó de sus caminos. Cuando estuvo sujeto a las pruebas de Dios por causa de su pecado, David pudo vencerlas con humildad, lo que a su vez le permitió despojarse de los rasgos pecaminosos de su corazón y llegar a ser perfectos a los ojos de Dios. La historia del rey Saúl, sin embargo, fue completamente distinta. Incluso cuando el Profeta Samuel le recordó sus malas acciones, el rey solo produjo una excusa y no se arrepintió.

Esto también es cierto en la actualidad. Si un individuo que profesa su fe y conoce la verdad comete pecado, debe rasgar su corazón en arrepentimiento, caminar en la luz y dar buen fruto mientras el Espíritu Santo mismo intercede por él con gemidos más profundos que las palabras y le recuerda sus malas acciones. Sin embargo, cuando se peca voluntariamente, Dios aparta Su rostro, y en tal caso, la persona no podrá recibir el espíritu de arrepentimiento y terminará apagando el Espíritu Santo (1 Tesalonicenses 5:19).

Amados hermanos en Cristo: aunque sus nombres estuvieron registrados en el Libro de la Vida cuando aceptaron al Señor, a menos que se arrepientan ante Dios y destruyan el muro de los pecados, los nombres serán borrados (Apocalipsis 3:5).

Además, incluso si una falta cometida no es «un pecado que conduce a la muerte», si no lo desechamos y nos arrepentimos, nunca estaremos llenos del Espíritu Santo; al contrario, seremos tentados por Satanás y obligados a cometer «un pecado que conduce a la muerte», y la salvación será vergonzosa (poco honrosa). Por consiguiente, ruego en el nombre de nuestro Señor que usted pueda luchar en contra del pecado al punto de sudar sangre y despojarse de toda forma de maldad (Hebreos 12:4; 1 Tesalonicenses 5:22).


 

 

 
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